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Este está siendo el año de los cambios. Primero nos estrenamos como padres y ahora nos mudamos a la península. La carrera profesional de mi mujer la lleva hasta allí y como funcionamos como un gran equipo, nos vamos en familia. Así que aquí estoy, buscando la que será nuestra casa en los próximos años.
Esta es la segunda vez que hago un cambio así. Hace unos ocho años fue entre islas, para ir a vivir con la que hoy es mi mujer. Y como siempre, la experiencia es un grado y te hace ver las cosas de forma diferente.
La primera vez me resultó realmente duro. Acostumbrado a estar con amigos de los de toda la vida. Acostumbrado a tener siempre cerca a una familia a la que quiero y necesito... Acostumbrado a una rutina... el cambio no fue fácil para mí. Correr era más divertido cuando lo hacía con mis amigos... pescar solo ni me lo planteaba... lo que me gustaba hacer, me gustaba porque lo hacía con mi gente.
Pero maduras... y aprendes que no pierdes la relación con esa gente. Sólo debes saber llevarla en la distancia. Y además conoces a más gente, y empiezas a disfrutar de otras rutinas... y ves que hay otros sitios en los que te gusta correr, y más gente con la que te gusta correr, y que hay gente a la que acabas queriendo mucho a la que les gusta pescar. Y ves que cuando puedas estar con la gente que ahora está un poco más lejos, no ha cambiado nada y la relación sigue igual.
Así que este cambio será diferente. Es cierto que no vuelvo con las personas a las que dije hasta luego hace unos años...sino que te alejas un poco más. Y que además dices hasta luego a más gente que ahora también son importante. Pero también es cierto que estoy convencido que seguirán estando ahí. Y eso lo hace más fácil.
La foto de la entrada es especial para mí, porque me hace pensar que los cambios también traen cosas muy buenas. Hacer el camino de Santiago con un gran amigo fue una experiencia extraordinaria. Y lo conocí gracias al cambio... eso me hace afrontar con optimismo la situación.
Digamos que he aprendido que no poder saber dónde estaré en unos años no es malo... si tengo razones para no poder olvidar donde he estado. Y que cuando en una relación hay sentimientos sinceros, la distancia no le puede. Y un buen ejemplo de esto es mi hermana: tenemos cada vez más complicidad y el cariño mutuo es cada vez mayor, por mucha agua que haya de por medio.
Así que empiezo esta nueva etapa con la tristeza de no estar cerca pero la tranquilidad que da que siempre estaremos cerca.